viernes, 21 de diciembre de 2007

La Niña Cincomesina

PARA LOS AMIGOS Y AMIGAS QUE LLEGARON BUSCANDO ALGO DISTINTO A LO QUE ES UN CUENTO, LES DEJO EL LINK, CONEXCOL, SUERTE. OJO: PONGAN FILTRO FAMILIAR DESACTIVADO

LA NIÑA CINCOMESINA
Diciembre de 2007

Llegó un hombre a un bar. No había muchos de ese giro en Manizales, una ciudad tranquila y relativamente pequeña. De acuerdo con las normas de la casa, cada una de las chicas fue a presentarse con el cliente. Dijeron su nombre y posaron por un instante frente a él.

–Llegó un hombre muy feo, le dijo una a otra.

Días antes, ese hombre, en otro lugar, en “La Piscina” en el barrio El Chapinero de Bogotá, mandó llamar a una chica de 18 años. “Barely legal” como dicen en inglés. Quería irse con ella. Pero ella se negó.

-Usted me hace recordar a mi abuelo, y no le puedo faltar el respeto a él.

Se negó y se siguió negando. El hombre se levantó tranquilamente, le dio una propina a la muchacha, pagó su cuenta y se fue. Desde meses antes presentía que algo así podría llegar a sucederle. A la salida, frente a un espejo de los muchos que hay en esos lugares, se vio como un hombre mayor. -Soy medio viejo, medio tullido, feo, calvo, canoso, y cada vez más arrugado, pensó para sí.

Esa chica le había dicho algo más:

-Con Usted, no disfrutaría ni sentiría nada.

Le sorprendió más este comentario que el primero que le había hecho. Las chicas prepago quieren “sentir”. Quieren “venirse”. -Las mujeres tienen ese derecho, ni quien lo discuta, y para uno, es mucho mejor a que se tiren como una vaca. Pero también las que cobran? En eso pensaba el hombre cuando le entró la ansiedad porque ningún taxi se detenía...hasta que por fin uno lo levantó y el chofer le explicó que el barrio era peligroso, frecuentado por "traquetos", sicarios y borrachos comunes.

Eso fue unos días antes de que el hombre llegara a Manizales. Había ido ahí a conocer a una muchacha que era su amiga en el Chat del Internet. Cenaron. Seis meses de contarse sus vidas en el Chat habían servido pero la relación “cara a cara” apenas tendría que comenzar. Al terminar la cena el hombre se sintió otra vez solo, y por eso se fue al bar, con la inquietud de que no fuera a suceder lo mismo que en El Chapinero, donde le hizo recordar a su abuelo a una muchacha.

El no se dio cuenta cuando una le dijo a la otra que había entrado un hombre feo. La chica a la que se lo dijeron le entró curiosidad, y aunque lo vio feo, tuvo un presentimiento: -El me llevará y me la pasaré bien. Se ve con clase. El hombre ya tenía sentada a su lado a una chica de 18 años, como para sacarse la espina. Cuando vio entrar a la otra muchacha, el también tuvo un presentimiento: -Con ella me la pasaré mejor. No preguntó su edad, costumbre rara en él. Charlaron un rato y partieron en el taxi, primero al cajero de Bancolombia, después al Hotel Carretero. La negociación había resultado muy sencilla, una vez que ella le dijo a él: -Yo no soy mala. Se puso fin a la odiosa discusión de cuántos pesos por cuánto tiempo y por qué servicio, sin que los términos y condiciones hubiesen quedado claras para ninguno de los dos.

El hombre había bebido y tenía más ganas de dormir acompañado que de tener sexo. Llevaba varios días de viaje en un recorrido por distintas ciudades de Colombia, elegidas un tanto al azar. En ningún lado conocía ni conoció a nadie. Por eso abrazó a la chica y se durmió. Necesitaba con urgencia el calor de la espalda de una mujer mientras dormía. A diferencia de otras ocasiones, no tuvo el temor de que al despertar, ella no estuviese y se hubiese llevado sus objetos de valor. Claro, el sobre con la fajilla de los dólares y las tarjetas de crédito estaban resguardadas en la caja de seguridad, pero en la habitación estaba la cámara digital, la videocámara y el computador. En parte ella le dio confianza y en parte, llevaba las cámaras porque iba a ver a una amante en Medellín, y no fue para allá, a pesar de haber planeado meticulosamente ese encuentro, sencillamente porque la amante nunca le contestó el celular, porque como se enteró después, ella se había enredado con alguien más, y así las cosas, las cámaras ya eran un estorbo y no el preciado objeto que eternizaría sus momentos de felicidad.

Despertó y acarició el cabello de la chica que aún dormía. Por primera vez la observó bien. No era hermosa ni tampoco fea. Era joven pero no muy joven. Hicieron el amor. El hombre lo disfrutó; la muchacha también a su manera. Lo que le pareció mas agradable fue la charla que tuvieron después, escuchando las noticias matutinas del Canal Caracol, y saboreando el desayuno que llegó a la habitación. La chica sacaba la charla con mucha espontaneidad. El hombre llevaba ya varios días de hablar poco, casi nada más lo indispensable con los empleados de hoteles, taxis, líneas áereas, y restaurantes. Claro, habló con la chica de Internet durante la cena, pero no lograron romper el hielo en ese primer encuentro. Ahora, la charla mañanera lo deleitaba, porque habló de todo y no habló de nada. Después de diez días, tenía por fin una conversación que le pareció agradable, sin tener que desempeñar ningún papel, sin tener que dar una buena impresión, sin tener que negociar nada.

Al hojear el diario dijo ella: -Yo siempre les mando besos a los soldados cuando los veo pasar. Están tan solos allá en la montaña. El hombre se identificó con los soldados. El casi siempre se sentía solo.

Ella nació cincomesina. El asunto salió a relucir porque su fisonomía es un tanto peculiar: Tiene un clítoris prominente y muy alejado de la vagina, lo cual planteó problemas técnicos a la hora de hacer el amor. Como ella quería sentir, disfrutar y venirse, su mano tuvo que entrar en acción. El hombre no le dio importancia al asunto, porque le tenía totalmente sin cuidado si la chica buscaba el orgasmo vaginal o el orgasmo clitoriano o la mezcla de los dos. De muy pequeña, la familia la llevó a ver médicos y más médicos, porque no se veía muy normal. Ella recuerda que algún doctor le dijo que había la posibilidad de que ella fuese hermafrodita, porque claramente, la vagina estaba ahí, pero los ovarios no estaban en su sitio, y ese clítoris prominente confundió al galeno con el pene de un bebé, eso sí, pequeñito, inclusive para ser de bebé. Pasaron los años y pasaron los doctores, y el diagnóstico de hermafrodita quedó superado, y con radiografías y mas radiografías le explicaron hasta el cansancio los rasgos tan peculiares de su fisonomía, que no son tan graves para hacer el amor, pero si le impiden tener bebés. Salió también en esos exámenes que tiene fuera de sitio el riñón. –El que se case conmigo tendrá que pagar tres cirugías: La del riñón, la de los ovarios y la de la vagina. Prácticamente me tendrán que volver a hacer. De tener la plata, es decir dinero, ella se operaría de inmediato:

-Si, pero comenzaría con la nariz.

Tiene una jiva. Al hombre le causó gracia que ante semejantes problemas de la chica, ella antepusiera la estética a la funcionalidad. También se haría los pechos más grandes. Y ya después, corregiría el problema del riñón, porque ese le causa un dolor permanente, y finalmente los otros dos.

Desde niña fue bonita. La buscaban mucho los niños en la escuela por ese color de ojos que ella tiene, que a veces se ven verdes y a veces se ven azules. –Los tengo verde-azules, corrigió al hombre con una sonrisa. Y también por su piel morena clara y su cabello tupido, largo, lacio, de un hermoso color marrón. Al crecer ella y volverse mujer, la situación económica de su familia no era buena, sencillamente, porque nunca lo fue. La madre siempre ha sido empleada doméstica, y cuando nació la niña cincomesina, el marido la abandonó. No estuvo dispuesto a afrontar todos los gastos, cuando miró a la niña dentro de la incubadora.

–A veces tengo el sueño de que mi padre me vendrá a buscar, y que será un hombre rico, próspero. Pero no creo que eso vaya a pasar.

Nació en Cali y se crió en Pereira. Ella, bonita, tuvo un noviazgo hermoso. –De esos que das un beso largo, largo, y no necesitas nada más. Pero otros señores se fijaban en ella. Le hacían obsequios. La coqueteaban. Sin darse cuenta, cayó en el sexo por amor. Cuando colocó su anuncio en Internet, se convirtió oficialmente en chica prepago. –Ahora no sé que seré. Pre-puta, había dicho la noche anterior, entre sonrisas. Porque las prepagos no trabajan en bares. Solo a domicilio.

Así, entre tema y tema, se bañó el hombre y se bañó ella. Fue cuando le dijo: - Por qué no te rasuras ahí? –Ahí? –Si, ahí. Que porque es mas higiénico. Que lo mismo que piensa el hombre de los pelos íntimos, también lo piensa la mujer. El hombre estaba divertido con todos estos temas. –Vaya charla, pensó el, igual figura una hermafrodita, un soldado anónimo, el sabor del jugo del desayuno, las ofertas de empleo del diario, la historia de un noviazgo hermoso, las peculiaridades de un oficio tormentoso, y la igualdad sexual entre hombres y mujeres en materia de depilación…

Desayunaron y salieron del hotel para ir a pasear. Manejando el auto por una estrecha carretera que sube hacia el Nevado del Ruiz, viendo los llanos, llanuras y montañas de verde intenso, sintió de pronto lo maravilloso del momento que la vida le daba. Le hacía falta ver esos paisajes y tener esa compañía. En los Termales del Otoño ambos se metieron a la piscina de aguas de manantial, a cuarenta grados de temperatura. Se relajaron aún más. Se tomaron fotos. Ahora, sin hablar mucho, se dieron cuenta que el embrujo estaba por terminar. Al caer la noche ella tendría que estar de nuevo en el bar. El llegaría una vez más a dormir solo en su habitación.

-Tan fácil que es tener compañía, pensó él, al apagar la luz. En lo que esperaba a que llegara el sueño de esa noche, comprendió la trama de su soledad. –Pones requisitos y más requisitos. Siempre buscas chicas como cromos de calendario y anoche que le diste mas importancia a la simpatía que a su aspecto, mira que bien te fue. Sonrió. Pensó que después de todo aún sería posible encontrar una salida al laberinto de su soledad.